La foto

Quienes hemos participado directamente en la negociación y firma de Convenios Colectivos o Pactos, ya sean con la Patronal o con una Administración Pública, sabemos lo desagradable que resulta aparecer fotografiado junto a personajes con los que no compartes nada, incluso se manifiestan enemigos declarados de las causas que uno defiende. Y sin embargo, la foto parece la forma obligada para transmitir públicamente que las partes han sido capaces de llegar a acuerdos, en estos casos, en el eterno litígio capital/trabajo.

Lo mismo sucede cuando lo que se firma es el final de un conflicto armado, bien sea una guerra o, como en el caso irlandés y el famoso Acuerdo del Viernes Santo, los bandos contendientes llevaban más de 100 años dirimiendo con las armas y el terrorismo la independencia de un país. En estos supuestos, las partes firmantes lo hicieron llevando a sus espaldas la sangre de miles -quizá millones- de muertos, que se quedaron en el camino en su mayoría víctimas inocentes de la sin razón que siempre acompaña cualquier conflicto armado.

En todos estos casos la "foto" parece la forma obligada de transmitir a la opinión pública la firma de un pacto, y en caso de no hacerlo así parecería que los firmantes lo hacen de forma vergonzante, a hurtadillas, huyendo de los focos y a espaldas de los medios de comunicación. La historia está llena de acontecimientos con grandes enemigos reunidos en una misma mesa.

De nuevo, con motivo del Acuerdo alcanzado entre el Gobierno, los sindicatos y la patronal para la ayuda a los parados de larga duración, la "foto" ha vuelto a reabrir un áspero debate, incluso más allá de los contenidos del mismo. En esto, hay sectores de la izquierda española para quienes esta foto representa una nueva "traición " de los sindicatos de la "casta" a la clase trabajadora. Olvidando que la esencia del sindicalismo se basa en el binomio movilización/negociación, y en raras ocasiones uno elige el escenario o la oportunidad de administrar ese binomio.

Los partidos políticos están en su derecho de criticar el acuerdo, pero también en la obligación de respetar la autonomía de las organizaciones sindicales, que hace ya muchos años dejaron de ser correa de transmisión de estos.

No pongo en duda los efectos simbólicos derivados de ésta u otras fotografías, no en vano, vivímos en un mundo donde la imagen se ha convertido en un medio muy poderoso para la transmisión de mensajes, superando de largo al lenguaje oral o escrito, y es por eso por lo que las fotos tienen su precio. En el caso que nos ocupa también, el Gobierno podría haber tirado de su mayoría absoluta sin necesidad de pactar con nadie, pero de haberlo hecho ni el acuerdo hubiera sido el mismo ni habrían podido justificar ante Europa y los mercados, un incremento del déficit destinado a las personas, por muy electoralista que este sea.

Más y cuándo, Rajoy y cía vienen demostrando sobradamente una inquebrantable lealtad a las políticas austericidas y de desguace del Estado Social.