El centrarse en los fantasmas de Christian Grey ha hecho que la publicidad o las ventas de esta serie de literatura erótica haya seguido funcionando pero no al ritmo que hicieran sus predecesoras, cuando hubo un verdadero boom en la sociedad y, sobre todo, en las mujeres.
Se dijo que por fin había llegado el momento de hablar en voz alta de los mejores lubricantes anales anestésicos o de los productos que aparecían en los libros y que ponían en el vocabulario de la calle palabras como dildo, fustas o incluso la dominación.
Lo que hasta entonces había quedado catapultado a los dormitorios particulares, con la publicación de una serie de libros que siguieron la estela de las Sombras de Grey, hicieron que las conversaciones sobre la sexualidad fueran mucho más habituales en los cafés de después del colegio.
Porque no hay que olvidar que a este tipo de novela erótica, que siempre había existido por otra parte, la llamaron porno para mamás, un calificativo que poco o nada tenía de real.
El auge de la novela erótica, y más aún en vacaciones estivales, es todo un fenómeno que ha ido cambiando con el paso de los años.
Desde las novelas series B que se ofrecían en las librerías, con portadas que bien daban pesadillas e incluso se vendían en gasolineras a las grandes superventas de hoy en día como las de Megan Maxwell, E. L. James o incluso las románticas de Olivia Hardey, ha habido una revolución que también a cambiado, en parte, al sector literario.
Novelas de este tipo, sin apenas argumento más allá del clásico chica encuentra chico, hay amor y también sexo y acaban felices después de un conflicto, son las que durante el verano acaban enganchando a quienes tienen – sobre todo en el caso de mujeres – unos días de vacaciones, quieren leer, pero algo entretenido.
Tanto es así que la última polémica ha venido de la mano de RTVE que, tras la emisión de la película, recibió críticas de un sector de los espectadores que decía que la misma atentaba contra la mujer por mostrar una violencia machista que, precisamente, estaba más que cuidada en el rodaje precisamente para que se pudiera ver en las salas americanas por la calificación mucho más estricta que las imponen. Ciertamente, como dijo el ente televisivo, cada espectador es libre de elegir verla o no, al igual que las bélicas, las románticas o las de ciencia ficción.