El juicio contra B.M.R. por tráfico de drogas comenzará el 11 de octubre en Toledo. El fiscal pide cuatro años de prisión y una multa de 436 euros. El acusado fue sorprendido con cocaína y dinero en efectivo durante una transacción, tras intentar ocultar la droga al llegar la policía.
El juicio contra B.M.R, quien enfrenta cargos por un delito contra la salud pública en su forma de tráfico de drogas, dará inicio el próximo martes, día 11, en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Toledo.
El Fiscal ha solicitado una pena de cuatro años de prisión, además del abono de una multa de 436 euros. Según el informe del Ministerio Público, citado por Europa Press, los eventos sucedieron antes del 15 de junio de 2020. Durante este periodo, el acusado se dedicaba a la distribución de cocaína a terceros, especialmente en su localidad de residencia, Consuegra, con la intención de obtener los significativos beneficios económicos que esta actividad le proporcionaba.
Durante la mañana de la fecha mencionada, el acusado, a solicitud de una de sus clientes habituales, organizó una cita en la calle de la referida localidad. Esta reunión se llevó a cabo para cumplir con la petición de medio gramo de cocaína, que la cliente había realizado mediante una llamada telefónica.
Cuando se encontró en una situación inesperada, el acusado decidió introducir en su boca la dosis de cocaína, junto con el envoltorio, y empezó a masticarla hasta que logró ingerirla. Su intención era evitar que los agentes de la Guardia Civil la descubrieran.
En el momento preciso en que el acusado se preparaba para entregar una de esas dosis a A.O.R., una patrulla de la Guardia Civil que se encontraba de servicio en un vehículo oficial apareció en escena. Los miembros de la patrulla, motivados por las sospechas que tenían sobre una posible venta de droga dentro del automóvil, decidieron intervenir, ya que conocían al propietario del vehículo, el acusado. Este individuo había estado bajo investigación durante varios meses por su supuesta implicación en un delito contra la salud pública relacionado con el tráfico de cocaína. Además, estaban al tanto de que A.O.R. era una de sus clientas, y también identificaron el vehículo estacionado junto al del acusado.
Ambos interesados arribaron al lugar convenido para el encuentro, cada uno en sus respectivos vehículos. A.O.R. descendió del suyo y se introdujo en el automóvil del acusado, quien la esperaba en el interior. En su poder, él llevaba un monedero negro que contenía ocho dosis individuales de cocaína, cada una con un peso aproximado de medio gramo. Estas dosis estaban envueltas en plástico blanco y atadas con alambre plastificado de color marrón.
Simultáneamente, se solicitó a A.O.R. que escondiera el monedero que contenía las dosis restantes de cocaína entre sus ropas. La razón detrás de esta petición era la creencia de que, al ser todos los agentes intervinientes hombres, ella no sería sometida a un cacheo superficial. A.O.R., instintivamente y debido a la inesperada llegada de la fuerza policial, accedió a esta solicitud sin considerar las posibles consecuencias que podría acarrearle. Así, guardó el monedero en su sujetador.
Uno de los miembros del dispositivo policial notó la maniobra y se preparó para recuperarlo. Al hacerlo, pudo verificar que contenía en su interior lo que, tras un análisis posterior, resultó ser 3,68 gramos de cocaína con una pureza media del 79,56%, distribuida en siete envoltorios plásticos anudados.
Una vez que el acusado y A.O.R. se encontraban fuera del vehículo, ella recibió la información de que debía esperar en el lugar mencionado la llegada de una agente de la Guardia Civil, quien realizaría un cacheo superficial. Este anuncio aumentó su preocupación por las posibles consecuencias negativas que podría tener la posesión del monedero que contenía la sustancia estupefaciente. En un momento determinado, y creyendo erróneamente que ninguno de los agentes presentes estaba prestando atención, decidió sacar el monedero de entre su ropa interior y lo desechó arrojándolo a un terreno cercano.
Asimismo, se le confiscaron al acusado un total de ochocientos euros en efectivo, los cuales estaban divididos en siete billetes de cincuenta euros, dieciocho billetes de veinte euros y nueve billetes de diez euros. Este dinero que llevaba consigo era el resultado de su actividad en el tráfico de drogas. En cuanto a las ocho dosis de cocaína, el monto que el acusado podría haber recaudado a través de su venta en el mercado negro alcanzaba, por lo menos, los 218 euros.