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Defender la Constitución
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Defender la Constitución

sábado 06 de diciembre de 2025, 00:20h
Como cada año por estas fechas, recordamos que el 6 de diciembre de 1978 los españoles se dieron a sí mismos unas normas de conducta y de convivencia. Y lo hicieron votando masivamente un texto surgido del consenso, o sea, del acuerdo entre voluntades y sensibilidades distintas. Porque la diversidad nos hace fuertes, siempre que la aprovechemos para dar riqueza a nuestra sociedad, y no para dividirla en facciones irreconciliables. Ésa es la enseñanza de la Constitución, y también es nuestra tarea pendiente, que debemos construir día a día.

Los estudiosos constitucionalistas destacan una característica esencial de nuestra Ley de Leyes: no es una Constitución militante, es decir, no contiene preceptos ni mecanismos legales para proteger la democracia de quienes quieren destruirla. Otras normas fundamentales de otros países imponen límites y prohíben la existencia de grupos políticos que pretendan acabar con la propia Constitución. El texto del 78, sin embargo, no aplicó ninguna de esas precauciones preventivas. En aras del mayor aperturismo ideológico, en la España democrática caben todas las ideologías, incluso las que desean acabar con el sistema. Siempre que no incumplan la ley, en España todos pueden defender sus ideas, aunque contengan el germen de la división o el totalitarismo.

La consecuencia de ese hecho es que en España vivimos la paradoja de ser tolerantes con los intolerantes. Y eso, en principio, no tiene por qué ser malo. Desde un punto de vista ético y teórico, es buena esa defensa a ultranza de la libertad, aunque sea libertad para hacer el mal. Pero es evidente que esa situación nos deja más indefensos ante quienes pretenden acabar con nuestra formade vida. Conviene no olvidar nunca lo que dicen los dos primeros artículos de la Constitución: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Está muy claro, ¿verdad? Pues hay algunos que no lo aceptan, y luchan desde dentro contra esos principios. Y la Constitución les ampara, porque no es una Constitución militante, aunque hay quien piensa que en su grandeza lleva implícita su propia debilidad.

Partiendo de estas premisas, parece evidente que quienes deseamos seguir viviendo bajo el paraguas constitucional debemos actuar desde la firmeza y la convicción, dado que no tenemos otras armas. La fuerza de los votos, verdadera expresión de la voluntad popular, es nuestra fuerza. Una fuerza que debe ir siempre unida a la fuerza de la ley, como garantía de libertad y de orden social.

Y es importante que nos demos cuenta además de que estamos en el lado correcto de la historia. La libertad y la igualdad radical entre todos los ciudadanos, sin barreras personales ni por supuesto territoriales, es el gran ideal que nos da fuerza y legitimidad. Sin la Constitución, imperaría la ley del más fuerte o del que más grite. No debemos tolerarlo. Hoy más que nunca, ¡viva Albacete, viva España y viva la Constitución!

Manuel Serrano
Alcalde de Albacete
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