Según ha informado la Delegación del Gobierno en nota de prensa, el detenido utilizaba un método altamente especializado y novedoso, lo que despertó la sospecha de los investigadores sobre la hipótesis de una misma autoría.
Los primeros robos tuvieron lugar a finales de 2017 y lo que llamó la atención de los agentes es que el acceso al habitáculo interior del coche se realizaba siempre después de practicarse un pequeño agujero junto a las cerraduras de las puertas delanteras o el portón trasero.
A través de ese pequeño agujero, el detenido manipulaba las levas -elemento mecánico- del sistema de cierre hasta conseguir la apertura de la puerta.
Este modus operandi, muy especializado y centrado en dos marcas de vehículos, no había sido visto hasta la fecha en Toledo, donde la mayor parte de este tipo de robos se cometen con mucha menos habilidad y por métodos que requieren escasa pericia.
La clave para la resolución del caso llegó con la identificación de un vehículo sospechoso después de que los investigadores revisaran más de 1.700 matrículas de turismos que habían accedido a un centro comercial de la ciudad en donde se había producido un robo.
A partir de ese momento, la Policía estableció dispositivos diarios que finalmente condujeron a sorprender al detenido in fraganti cuando se disponía a forzar un vehículo estacionado en las inmediaciones del puente de Azarquiel, en el barrio de Santa Bárbara.