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Radiografía de un país (VIII)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 06 de marzo de 2019, 05:55h

Seguimos nuestro deambular por este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, en el que la incuria, acompañada generalmente de la ineptitud, la incapacidad y la indolencia, de quienes por ley deben ponerse al frente de la Nación, cumpliéndola y haciéndola cumplir, lo están conduciendo hacia un estrepitoso precipicio, del que, quizás, sea difícil, por no decir imposible, salir remontando el vuelo, cual ave Fénix.

Y es que, si echamos una ojeada al patio, más bien a este patio de porteras en que se ha convertido la oficialidad que pretende gobernar y aún ahora, nos gobierna, es como para echar a correr, pues aquí casaría, perfectamente, aquella frase que se dijo respecto de Rodrigo Díaz de Vivar, alias “El Cid Campeador”, en relación con el Rey de Castilla, por entonces, un tal Alfonso, y que era de la siguiente guisa: “!Oh Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor!”, dicho en romance paladino: ¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señore!. Pues, mirando, como digo a ese patio de porteras, a esa casa de “Tócame Roque”, a ese monipodio, en el que se resume la pléyade de mandamases de los diferentes Partidos Políticos, que aspiran a alcanzar la meta fijada en La Moncloa, y acomodarse en la poltrona, para dirigir los destinos de este país y de sus ciudadanos, el panorama, es para cerrar los ojos, pero de espanto y desesperación, pues no encontramos sino lerdos, incultos, acomodados, vagos y no digo maleantes, que también, aspirantes a ponerse sobre la frente la corona de laurel del triunfo, mas si analizamos pormenorizadamente el bagaje que para tal menester aportan o dicen aportar, es, para eso, para mear y no echar gota, pues todos ellos, sin excepción, son en cierto modo “parias” de la tierra, personajes, por llamarlos así, condescendientemente, que en su puta vida han dado un palo al agua, figuras fantasmagóricas, esperpentos que han sido engendrados y dados a luz en el seno de los propios partidos políticos, que no han pateado la calle y mucho menos los barrios bajos, para percatarse de lo que vale un peine, para ser conscientes de lo mucho que para llegar a un puesto de valía, no sólo hay que valer, que también, sino que es exigible todo un curso de sacrificio, estudio, preparación y esfuerzo, en muchos casos casi sobrenaturales, para asentar bien los fundamentos y las bases sobre las que deben girar la acción de sus políticas, mas como, casi sin excepción, si no es sin excepción alguna, toda esta panda de aspirantes no rayan sino en la inutilidad, la fatuidad, los fuegos de artificio, las palabras y mensajes volanderos, siendo su única arma de contradicción al contrario, el insulto y la soflama del “ y tú más”, pues están acostumbrados a la adoración fatua y bana de esa pléyade de adláteres, acólitos, corifeos, paniaguados y mamandurrieros, incursos en la mediocridad más decadente y a la vez excelente, de que suelen rodearse, a fin de que el becerro de oro sea adorado hasta la extenuación, con no poco sarcasmo e incursión en el ámbito de lo ridículo y la desfachatez. Y eso, sin entrar a analizar esos “currículums” que, en no pocas ocasiones, esgrimen y publicitan a bombo y platillo, con la única finalidad de pillar desavisado al electorado y sorprender en su buena fe a la masa popular, a la que pretenden dejar atónita a base de enumerar los méritos y los títulos aprehendidos, en la mayoría de los casos, en los sueños de las mil y una noches, pues, en gran cantidad y en gran medida, son inventados o adquiridos de forma fraudulenta, y en modo alguno ganados en buena lid, como resultado del trabajo, el estudio, el esfuerzo y el sacrificio de quienes tan inútil, como funambulescamente los propalan a los cuatro vientos, no sin recato ni sordina, pues ya sabemos que el sabio no necesita alardear de sus conocimientos y logros, cosa opuesta a la de los necios y papanatas, que precisan de la corroboración diaria de sus pretendidos méritos para ocupar el puesto que ocupan. Así, de esta guisa, han nacido y seguirán naciendo, a través de las Universidades españolas, en las que la endogamia prima entre los pares, y se acoplan a los dicterios que les vienen de los jerifaltes políticos, según la tendencia de cada una de ellas, esas concesiones de títulos, inservibles para la finalidad de quien los quiere ostentar, que no es otra que el poder fardar ante el auditorio de unos inmerecidos méritos, pues su obtención lo ha sido en falso, sin asistir a clase, sin hacer trabajo alguno, y adquiriéndolos por obra y gracia de la mano redentora que dirige los diferentes departamentos de los centros del saber, de la ciencia y de la investigación, ¡total para lo que les van a servir!, que como he dicho y repito, es simplemente para inflar artificial y falazmente ese currículum que, como a un panal de rica miel, les atrae como éste a las moscas golosas. Y no es preciso entrar en detalle, pero por lo reciente y las consecuencias que ha tenido y que puede tener (el fiscal le pide tres años y tres meses de prisión), podemos señalar el caso de la ExPresidenta de la Comunidad de Madrid, ExPresidenta del PP de Madrid, ExDiputada de la Asamblea de Madrid, y ahora, por último, ex afiliada del Partido Popular, Cristina Cifuentes, que habiendo sido todo y pudiendo aspirar a más, ha caído como un castillo de naipes, por la soberbia de poner una pica en Flandes, a la sazón, un título más, o sea, el de Máster en Derecho Autonómico, a través del Instituto de Derecho Público, liderado por el inefable Catedrático, Don Enrique Álvarez Conde, en la Universidad Rey Juan Carlos, y que también tendrá consecuencias graves y desagradables para el mismo. Por cierto, y aunque esto se ha parado aquí, de momento, ¿hasta dónde llegaría el fraude caso de investigar esos títulos (que algunos precipitadamente, han borrado de sus vehículos curriculares) en la inmensa mayoría de quienes desean jactarse ante la ciudadanía de un currículum de espanto? Y es que, ante la inanidad y la insolvencia de quienes desde que nacieron a la vida pública, aún no han sino desprendidos del cordón umbilical del partido, al carecer de un expediente de envidia, osan haber sido acreedores a estas menudencias de másteres y títulos espurios, para poder inflar su egolatría ante la audiencia nacional.

Pues bien, con estos pelos, con estos personajes, Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, o Pablo Iglesias, aspirantes a regir los destinos de una Nación como España, con más de 500 años de existencia, y con un idioma que hablan 600 millones de personas, ¿qué meritos pueden mostrar para hacerse acreedores a tal merced? En realidad, ninguno, pues al fin y a la postre, ninguno de ellos ha pateado, como he dicho antes, el mapa nacional, ¿han dirigido alguna empresa?¿saben lo que es tener a su cargo, como responsables, gente en nómina?¿saben lo que es pagar a la Seguridad Social?¿han trabajado por cuenta propia y ser conscientes de las penurias y los problemas que engendran tener que estar en el día a día compitiendo con otras empresas, y mantener la propia abierta y a sus trabajadores poder pagarles la nómina? ¿saben lo que es, en definitiva, ganarse el pan con el sudor de su frente y, a veces, también con sangre y lágrimas? ¿saben cómo puede sobrevivir una familia con el salario mínimo interprofesional?.

¿Cómo van a saberlo? si desde el primer aliento de vida han estado en el vientre del Partido, viéndolas venir, y solamente dedicados a medrar para ir subiendo hacia la cúspide del mismo, arropados, para que no se constipen ni les pase de ná, por la turbamulta de esas cohortes que les rodean, que les aplauden cualquier chorrada e inanidad que sale de su boca, hasta dejarse los dedos y las manos hinchados como dátiles, ¡y, ay, del que ose no aplaudir!, su permanencia en filas peligra. Habría de someterse a un riguroso y previo análisis psicológico e, incluso, psiquiátrico, a toda esta caterva a fin de calibrar y evaluar el coeficiente intelectual de quienes se creen que por salir investidos de las urnas, adquieren un don divino o, al menos, cuasidivino que les insufla la inteligencia y la sabiduría dimanante de una llama pendida sobre su cabeza por el Espíritu Santo.

En fin, con estos mimbres, con la carencia de personajes de altura, de esos que, tradicionalmente, se han llamado, “Hombres de Estado”, que, en la actualidad, no es sólo el problema de España, ¿hacia dónde es posible que avancemos? Más bien, diría yo, que tenemos todos los ases, los legales y los ocultos bajo la manga, para ir marcha atrás, retrocediendo en involución permanente y sostenida. No nos salvará ni siquiera un milagro, porque Dios no está para estos trotes y menesteres, mucho menos, para sacarles las castañas del fuego a tanto botarate, papanatas y cantamañanas.

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

6 de Marzo de 2.019

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