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Refritos de verano (II)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 14 de agosto de 2019, 06:06h

¡Eureka! Por fin hemos descubierto la piedra filosofal, y ¡qué calladito se lo tenían!, pues salta a la prensa, hablada y escrita, el último descubrimiento que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en anagrama,), dependiente de la ONU, ha publicado, un informe que parece pudiera ser definitivo y decisivo con recomendaciones sobre el uso del suelo. Desde luego a mí, particularmente, cuando en el epígrafe de tal o cual colectivo o institución aparece el término “Expertos” o “Sabios”, en realidad, me echo a temblar, porque ya me dirán vds. cuál es la facultad de entre todas las que conforman los estudios universitarios, que tenga una carrera para ser experto o sabio y, consiguientemente, dar salida a titulados con ese enfático pronunciamiento, envidia, supongo de todos los demás mortales, y eso que no sabemos qué asignaturas componen las citadas carreras y cómo serán los exámenes. Pero, en fin, desde que en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, se barajan varios grupos de “sabios” para dar soluciones a los problemas que, un día sí y otro también, nos aquejan a los ciudadanos en general, y viendo los resultados a ojos vista y sin entrar demasiado en el calado de los mismos, vemos que, verdaderamente, esos normalmente autotitulados "Grupos de Expertos” o de “Sabios”, necesitan empezar, de nuevo por la primaria y con la cartilla esa de la o, con la a, oa, etc, etc. Mas, lo peor del caso, es que nuestros gerifaltes políticos, suelen acudir a los mismos, como antaño se acudía a los hechiceros, o a los arúspices o a las sibilas, para ver más allá de nuestras narices y predecir el futuro, y lo que es peor, que seguramente sus emolumentos serán de escándalo o de enormes cifras, que se pagan alegremente desde el bolsillo de los contribuyentes.

Y es que, a veces, ese título de “Expertos” o de “Sabios”, nace por arte de birlibirloque, y así, en nuestro país, tenemos a dos exPresidentes del Gobierno que suelen gozar de tal predicamento, uno por cada uno de los partidos que más tiempo han gobernado la Nación, quizás para compensar, tales como Felipe González, por parte del Partido Socialista Obrero Español, y Don José-María Aznar, por parte del Partido Popular, éste último con embotamiento a través de la Fundación FAES, cuya misión única es la de pensar y ofrecer ideas, pero que, de momento, sirven de medio, al parecer muy sustancioso, para quienes encuentran acomodo en la misma, con cargo a subvenciones mil, procedentes del riñón de todos los españoles. Mas yo digo y me pregunto, si tan Expertos y Sabios eran y lo siguen siendo, cómo es que el país, a día de hoy, presenta unas trazas al borde de lo que se conoce como estar hecho unos zorros.

Pues bien, los componentes de ese galáctico engendro del IPCC, han llegado a conclusiones muy fidedignas, siempre según los mismos, o sea, en base a aquél refrán del refranero español, tan certero, como casi, si no siempre, tan puñetero que proclama el “yo me lo guiso y yo me lo como” y para luchar contra y paliar el calentamiento global del planeta, recomiendan una serie de medidas, tales como aumentar la masa forestal (que esa me viene a mí, como anillo al dedo, ya que en la urbanización donde veraneo y en la que poseo un apartamento, en pocos metros cuadrados de tierra en la parte delantera y lateral derecha del mismo, tengo plantados tres olivos, una higuera, rosales, adelfas, jazmines, ibiscús y abundante hiedra, y, en vez de darme una medalla, por lo que yo considero contribuir a esa lucha en pos de evitar el calentamiento global, desde hace 19 años, mis convecinos me vienen dando la murga con que lo tengo que quitar o rebajar), reducir el uso de la tierra para cultivos y ganadería, mejorar las técnicas de su gestión y avanzar en ciertas bajas en emisiones y reducir el desperdicio alimentario. Todo lo cual con el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados, lo que sólo se puede lograr reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores, incluido el uso de la tierra y el sistema alimentario, aduciendo que desde los años 60, el conjunto de aceites vegetales y de carne se ha duplicado y, consiguientemente, la aportación de calorías en la dieta ha aumentado en aproximadamente un tercio. Por todo ello, aconsejan cambiar la forma en que la población mundial se alimenta, con una dieta en la que primen las legumbres, frutas, verduras y frutos secos y menos carne, sobre todo esto último, a fin de coger el toro por los cuernos (y de paso a ver si acabamos con este espectáculo taurino) y ponerle freno al galopante cambio climático, insistiendo muy mucho en esto último, de que la carne que se consuma sea menor en cantidad y haya sido producida de forma sostenible (que esto de la sostenibilidad es muy sostenible, valga la redundancia, para ser incluido dentro de los parámetros de lo políticamente correcto). En cualquier caso, no he revisado el informe al completo, pero me extraña que no aparezca en las informaciones que aparecen, valga otra vez la redundancia, ninguna alusión al pescado, marisco u otros productos de la mar y del ámbito fluvial, pensando, acaso, que lo descartan por la situación de los mares y ríos de saturación de desperdicios, principalmente plásticos, que atentan de una manera muy grave y escandalosa, contra la supervivencia de las especies de las aguas, sean dulces o saladas. Aunque, a mi juicio, el mal no está en el plástico en sí, sino en el deforme y mal uso que los seres considerados inteligentes, hacemos del mismo.

Las conclusiones del tan paradigmático, como enigmático IPCC, compuesto por 107 “expertos” de 52 países, ponen, por primera vez, como los auténticos protagonistas en el combate del efecto invernadero a los ciudadanos, insistiendo en modificar sus dietas a unas más saludables y desperdiciar menos comida, lo que redundará en un beneficio para ayudar a salvar el planeta de catástrofes naturales, y resaltan que hay que tener en cuenta que la ganadería emite un tercio de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y ocupa dos tercios del suelo agrícola. Lo cual me remite a alguna información aparecida en los medios de comunicación acerca de que las vacas son especialmente vehículos (en este caso, de cuatro patas) de contaminación medioambiental por las flatulencias que expelen, durante la digestión, al parecer de una forma continua e insostenible, causantes de ese dióxido de carbono tan contaminante, lo cual puede ser el justificante de reducir el consumo de carne, a fin de complementariamente, reducir la cabaña del ganado vacuno en general.

Claro, que el informe, al menos en lo que aparece publicado en la prensa escrita, no aclara ni parece tener en cuenta la propia contaminación dimanante del ser humano, que también suele expeler ciertos gases contaminantes para el medio ambiente, de una forma regular y continua, y, sobremanera, las que se producen tras las comilonas, bebercios y bacanales a que se someten nuestros políticos de pro, no precisamente rayanas en “dieta”, sino con contemplación de buenos chuletones, marisco a granel, vinos de alta estima y cotización casi millonaria y demás productos exentos para el vulgo común, con la agravante de que todo ello se satisface, como casi siempre ocurre en los actos de la vida pública, con cargo al dinero del contribuyente, que es el verdadero dueño y amo de ese dinero público del que tan solaz, burda, alucinógena y alegremente hacen uso nuestros políticos de pro, por mucho que nuestra “sabia” del Gobierno actual en funciones y Vicepresidenta del mismo, la Señora Carmen Calvo Poyato, dijera, en su día, que el dinero público no es de nadie, en uno de esos asertos y dichos merecedor de ser impreso en el frontispicio del templo de Delfos. Podrían poner esos expertos del IPCC sus aparatos medidores de las emisiones de gases invernadero en las sobremesas de esas comilonas a que acostumbraba el rico Epulón, de nuestros políticos, seguramente dichos aparatos reventarían y quedarían inútiles para otra prueba. Y otro tanto pasa con la restricción del uso de vehículos a motor, imbuyendo en la mente del contribuyente su sustitución por la bicicleta o por el coche de San Fernando, unas veces a pie y otras andando, mientras esos políticos acostumbran desplazarse en coches de alta gama y lo que es peor a costa del contribuyente, y ratificando ese refrán según el cual cualquier tiempo pasado fue mejor, ahora, en Barcelona se ha puesto en vigor el taxi triciclo y pronto veremos el desembarco de los rickshaws coloridos vehículos a tracción humana como en Bangladés.

En fin, como se ve, la telaraña de las prohibiciones, más o menos directas o soterradas, avanzan, como el ejército de Sauron, en su ánimo de dominar la Tierra: no fumar, no beber, ahora, no comer… ¿Para cuándo el polvo medido y controlado?

Mas, no todo es negativo, y así, el Diario “ABC”, del viernes, nueve pasado, revela que se renueva el suelo de la piscina climatizada de la población de Miguel Esteban, y explica que “El Ayuntamiento de Miguel Esteban está llevando a cabo los trabajos para sustituir el suelo de madera de la piscina climatizada por un solado, con el fin de solucionar los problemas de deformidad que acarreaba el anterior pavimento debido a la humedad”. Cabría preguntar que quién fue el “experto” al que se le ocurrió poner un suelo de madera en una piscina. Y es que, aún hay, en pleno siglo XXI, quien asa la manteca.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTINEZ

14 de Agosto de 2.019

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