Apreciadas/os lectoras/es, hoy os hablaré de la otra realidad de las cosas, de la que casi nadie habla, pero muy importante porque tiene muchas virtudes. La pandemia le ha dado visibilidad (el trabajo bien hecho de muchas personas), y no es un sueño, ni una utopía... es un hecho.
Pondré un ejemplo: “EL Estado de Bienestar”, es poderoso con la ayuda de la Democracia y cubre todo el funcionamiento de nuestra sociedad. La Sanidad con la prevención y cuidados, la Educación que nos hace libres, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad que nos protegen, el Judicial que imparte justicia, el Medio Ambiente que cuida el entorno... todo ello es posible gracias a personas que hacen bien su trabajo.
Por muchos medios tecnológicos que existan, nunca serán realmente efectivos si se olvida a la persona y no se respeta su unicidad (único e irrepetible). Afortunadamente nuestro Estado de Bienestar trabaja constantemente para garantizar que no haya discriminación, ni por ideales políticos, pobreza o riqueza, color de piel, lugar de nacimiento… Trata de cuidar a todos por igual (esa es su grandeza). Debemos valorarlo y mantenerlo, siguiendo la ruta (sin confrontación) para que continúe mejorando sus servicios y tengamos un entorno de apoyo y esperanza.
Hace un par de años, mi marido y yo nos encontramos con un accidente que acababa de producirse en una carretera comarcal. El coche había volcado y no sabíamos en qué estado se encontraban sus ocupantes (afortunadamente sin daños personales importantes), inmediatamente, mientras yo llamaba a emergencias mi marido (sanitario de profesión) valoraba la situación y ayudaba a salir del coche a las personas que iban dentro, en muy poco tiempo acudieron la guardia civil y los servicios sanitarios, desactivando la petición del helicóptero porque no era necesaria su actuación. Ya en el coche, nos quedamos sentados, inmóviles, en silencio y absortos por la situación vivida, intentando asimilar lo sucedido y, en ese momento, comprendimos que teníamos la gran suerte de vivir en un país con un Estado de Bienestar que la mayoría de las veces funciona, porque a pesar de las deficiencias que puedan existir, siempre encontraremos a personas que hacen que su trabajo y humanidad mejoren la vida de todos.
Es obvio que tener un punto crítico con nosotros mismos y con nuestra sociedad para que haya una mejora en nuestras actuaciones, es saludable, pero… si queremos que exista un equilibrio, también debemos valorar lo invisible. Con esta reflexión quiero dar importancia a la parte humana, al buen hacer de mucha gente que sea cual sea su trabajo ofrecen lo mejor de sí mismas a los demás sin quedar constancia de ello. Si existen controles y registros de las deficiencias, ¿por qué no lo hay del trabajo bien hecho? Esto cambiaría la visión que tenemos de todo, empoderando las actuaciones positivas y modificando nuestra percepción de la realidad.
Cuando las cosas no se aprecian adecuadamente, pierden interés y terminan desapareciendo. Para valorar algo, primero tenemos que ser conscientes de que realmente es importante, sólo entonces... seremos capaces de mantenerlo y cuidarlo como el tesoro más valioso que debe transmitirse de una generación a la siguiente.
“La Humanidad y la Profesionalidad” se encuentran en todas partes, tan solo hay que saber mirar.”
Habrá quien diga que para eso pagamos impuestos y que es lo normal (esta es la parte crítica), pero difundir un mensaje de poco aprecio no ayuda, y muchas veces ni siquiera se corresponde con la realidad, entonces… ¿Por qué no dar importancia a lo bien hecho?, ¿acaso somos perfectos en nuestras vidas?, ¿por qué en algunas ocasiones nuestra mente no deja de rumiar con actitudes negativas?, ¿dónde está todo lo bueno que hemos hecho? Esto se debe a que vivimos en una sociedad altamente competitiva y sometidos a tal presión, que en la mayoría de las ocasiones solo vemos las deficiencias.
Cuando escribía este artículo, a veces tenía que hacer un esfuerzo para no ser invadida por las carencias. Hay muchas personas que hablan de manera benevolente, y con frecuencia se las tacha de poco realistas, pero esto es un error, porque precisamente al valorar lo bien hecho se está cuantificando ambas partes. Es un ejercicio de humildad que cada uno a su manera debe incorporar.
Hay muchas cosas que hacemos muy pero que muy bien, pero no somos conscientes de ellas. ¿Cómo podemos serlo?, anotándolas en un papel para poder cuantificarlas. Hace tiempo hice un trabajo con un grupo de personas en las que durante 15 días teníamos que cumplir el reto de anotar diariamente todo lo bueno que nos sucedía a nosotros y a nuestro alrededor. Os diré que al principio no estaba segura de querer hacerlo por falta de tiempo y pereza, pero me dije: debes intentarlo, no pierdes nada, “implicate”, y así lo hice. Fue muy gratificante, de ahí la importancia de escribir para tomar conciencia, porque le di visibilidad a las actuaciones que pasaban desapercibidas de mi misma y de los demás. Aunque cueste escribir hay intentarlo (es un recurso que no estamos acostumbrados a utilizar, pero muy eficiente porque nos ayuda a mejorar como personas y a tener una actitud positiva), el resultado os sorprenderá.
Tenemos que esforzarnos y salir de la zona de confort si queremos que nuestra sociedad avance. Y si somos constantes, nuestra mente irá adquiriendo poco a poco emociones positivas que se traducirán en cambio de actitud y comprensión de la otra realidad, que también existe. Fortaleciendo y mejorando la actividad laboral, la colaboración, el entendimiento sobre nosotros mismos y los demás y, en definitiva, de toda la humanidad.
Siendo el mejor regalo que podemos ofrecer y ofrecernos. “Es nuestra responsabilidad.”
Debemos estar enormemente agradecidos a tantas personas que, sea cual sea su trabajo, lo hacen acertadamente bien, consiguiendo un buen funcionamiento de nuestras instituciones a pesar de que en ocasiones no cuentan con los medios necesarios.
Gracias a todas ellas por mejorar nuestras vidas.
Os deseo mucha salud y alegría.
Mª Carmen Piñero López
Educadora Social