No, no crean que, como consecuencia de la calor que nos atormenta y nos hace sudar la gota gorda más que a los que, idiotamente, han decidido escalar el K2 del Everest, y que, poco menos, ha incidido en que demos, llegado el caso, un encefalograma plano, me he vuelto loco de atar y que, inconscientemente y sin dominio de mi intelecto, he perdido la razón, o sea, lo dicho, ese volverme al estado de un “loco de atar”, y sin que en mi ya vasta vida, jamás se me hubiera ocurrido tal majadería, tal sinrazón, tal locura, porque desde luego, analizado el camino de un PSOE (al menos, hoy inexistente, en la forma y en la idolología de aquel Pablo Iglesias, su fundador, que si levantara la cabeza, se volvía a morir veinticuatro veces, por lo menos, y lejos, para evitar equívocos maquiavélicos, de ese otro Pablo Iglesias, otrora, Vicepresidente Primero del Retroprogresista Criminal Gobierno de España y, hoy, por diversos avatares, medrando en las alcantarillas de las bambalinas de la política, pero sin dejar de chupar tanto como las abejas liban el polen de las flores más hermosas y florecidas, valga la redundancia, o sea, olvidando aquella promesa según la cual nuestro interfecto jamás saldría de Vallecas pasare lo que pasare, en las elecciones que le catapultó a la Vicepresidencia, vía casoplón de 100.000.000 de euros y otras bagatelas y menudencias insignificantes. Pero, así es cómo las gastan en esa tropa nacida de los perroflautas que aireaban por los cuatro puntos cardinales que ellos iban a acabar con lo que dieron en denominar y demonizar, la “casta política”, sinónimo de raza, progenie, generación, prosalia, alcurnia, estirpe, linaje, clase o ralea, si es que no lo era por el adjetivo “casto”, como sinónimo de puro, virtuoso, honesto, decente, púdico, continente, limpio y pudibundo, que es a lo que ellos aspiraban o, más bien, aspiran, si es que no se integraban ya, de nacimiento o por mor del Espíritu Santo, dentro de ese amplio significado de lo que por casto debe entenderse y considerarse. Aunque, desde luego, aplicarles algunos de esos sinónimos, por ejemplo, “limpio”, dejaba y deja bastante que desear, sobre todo cuando el susodicho lucía cabellera tipo comanche, con más nidos de avispas en la misma, que los que pudiera albergar el alcornoque más vetusto y frondoso que imaginar pudiéramos. Allá quedaron para la hemeroteca sus alias: “el Jorobado de Notre Dame Español”, “el Coletas”, “el Chepas” etc., aunque alguno de sus esbirros sigan luciendo la moña.
Pues bien, no, no crean que mis intenciones incurren, gravemente, en un ataque de locura y de pérdida de la memoria (esa que tratan de reavivar, a todo trance y con todo tipo de trapacerías, marrullerías, engaños y falsedades, desde el Partido que lidera un “hombre de paz”, Zapatero dixit, cual es Arnaldo Otegui, director de la orquesta de los filoetarras en el Congreso de los Diputados, y sin que al pseudo-Doctor-Sánchez y todos sus acólitos, adláteres, corifeos, paniaguados y mamamdurrieros, amén de cómplices, compinches y secuaces, se les caigan los anillos, y que dejarán infectadas las mentes de las nuevas generaciones, y no tan nuevas, de patrañas, mentiras, trolas, embustes, filfas, cuentos, infundios y pamemas, a mayor gloria del okupa de La Moncloa y con la única intención de lograr su permanencia en la misma, a fin de que “Pinochón” -ya saben, un Falcón para él y su señora y una escuadrilla o dos para sus napias, que ya dan la vuelta al mundo una veintena de veces-, pueda seguir miccionando y defecando, o sea, meando y cagando, en los baños y aseos de la Sede Presidencial).
Confieso y no me duelen prendas, que la verdadera intención de que intente poner el disco al revés en lo que a lo largo de mi vida he venido criticando, de palabra y por escrito, no es otra que conseguir el título, que suponga un broche de oro a mi curriculum de ser “honrado y honorable”, o más bien, con mayúsculas “HONRADO Y HONORABLE”, que es a la postre, como toda la tropa pesoísta, se ha lanzado a tumba abierta, como se lanzan los ciclistas en el Tour de Francia, tras coronar la subida al Alpe d’Huez, para calificar, con tales epítetos, sin rubor y sin sonrojarse, a los reos, en la alzada ante el Tribunal Supremo, por el conocido como el “caso de los ERES”, ese trampantojo montado desde el Gobierno de la Junta de Andalucía, para desviar, que se sepa, a día de hoy, unos 680 millones de euros del ala, destinados a los trabajadores, entre personal afín a los directores de orquesta desde el sillón presidencial de la citada junta, ocupado, mientras se consumaba la tropelía y el desafuero, por Manuel Chaves y José-Antonio Griñán, condenados, como principales espadas de este desfalco, a penas de inhabilitación para ocupar cargos públicos y el segundo, además, a seis años de cárcel, amén de otros compañeros de viaje culpables de delitos no menores, lo que ha desatado el desconcierto y el llanto y crujir de dientes entre la tropa “sanchista” (sucesora, hoy por hoy, de la socialista del PSOE original, pues el actual es un remedo o una mala imitación de aquél), que desde el último mono, hasta llegar, in crescendo, al propio “Pinochón”, o sea, al Pseudo-Doctor-Sánchez que, a la manera, de un nuevo Pantocrátor, hacedor de un nuevo mundo, no ha tenido otra ocurrencia que sumarse a ese calificativo de “hombres honrados y honorables”, poniendo la guinda con un “han pagado justos por pecadores”, faltándole solamente decir que esos pecadores eran los miembros y militantes del PP, Putin y la madre que los parió, incluido el sursum corda, y con la agravante, de que ya ha dejado intuir en sus declaraciones, que por la puerta, caso de confirmarse definitivamente esa sentencia, asoma el indulto, uno más, cuando en las normas éticas (decir éticas, hoy por hoy, dentro de este Partido es una entelequia difícil de tragar, un eufemismo elevado a la máxima potencia, una perífrasis, un circunloquio, una ambigüedad, más grandes que la copa de un pino centenario), establece que no se indultarán a los condenados por corrupción, que es precisamente por lo que han sido condenados esos honrados y honorables caballeros, que a consecuencia de esos tejemanejes, consentidos desde la poltrona de San Telmo, se malversaron nada más y nada menos que seiscientos ochenta millones de euros, a los que habrá que añadir los que se acrediten en instancias judiciales aún por dirimir o dilucidar, a día de hoy, sin que valga la falaz consideración de que los indicados jerarcas no olieron un euro ni medio, mas sí es cierto que esa desfachatez, ese consentimiento, si se quiere tácito, para perpetrar el delito, les benefició con la compra de voluntades para perpetuarse en el poder, lo que es, como no puede ser de otro modo, una de las consecuencias derivadas directamente del delito, constituyéndose en cómplices, como mal menor, de quienes directa y personalmente dirigían las operaciones, sin que ese “no sabían, no conocían”, pueda ser exculpatorio y también incide en la perpetración del delito, ya que, por sus altos cargos, debían vigilar el cumplimiento de la ley en todas las esferas e instancias de la Administración de la Junta Andaluza.
Y en ese “han pagado justos por pecadores”, debería entenderse, sin ningún género de dudas, que el Pseudo-Doctor-Sánchez, a toro pasado, se convierte en cómplice de las fechorías llevadas a cabo en ese Comunidad Autónoma bajo la Presidencia de los penados, por lo que debiera correr la misma suerte que los enjuiciados, mas ya sabemos que “Pinochón”, hoy por hoy, está en la labor de copar, definitivamente, el Poder Judicial, al que desacredita con este tipo de declaraciones, contrariando las manifestaciones de todas sus huestes, cuando pintan bastos, que dicen respetar las decisiones judiciales, prestando un flaco favor a la democracia, y, sobremanera, hace que se le vea el plumero, más que la amplia cola de un pavo real, cuando la extiende en abanico.
Pues bien, a ver si tengo suerte y consigo esa afiliación, que despliegue sobre mi humilde persona sus benéficos efectos, y con un poco de suerte, lograr algún cargo o carguete, que me permita no trabajar y desde cuya atalaya pueda robar a espuertas, pues cuanto mayor sea el montante o botín del saqueo, seguramente, más gloria alcanzaré y mi grado de honradez y honorabilidad llegará al paroxismo y a la mayor puntuación, con el reconocimiento de propios y extraños, que me considerarán un lince y digno del máximo respeto y consideración. Ya les contaré cómo se desarrolla mi peripecia. Así sea.
MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ
10 de Agosto de 2.022