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Rasgarse las vestiduras

Por Miguel Ángel Vicente
martes 29 de julio de 2014, 23:06h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Según el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, “rasgarse las vestiduras” es tanto como “escandalizarse excesiva o hipócritamente por algo que otros hacen o dicen” (yo diría, “escandalizarse excesiva y/o hipócritamente”, para albergar todo el énfasis de la expresión),. Y ahondando en el tema y en su origen, Alberto Buitrago Jiménez, en el Diccionario Espasa de Dichos y Frases Hechas, se refiere a dicha expresión como “escandalizarse. Mostrar indignación ante algún hecho.... Antiguamente  en algunos pueblos romperse los vestidos era una desesperada manifestación de duelo, costumbre que se mantiene en algunos lugares de África y en el Sur de Asia. Entre los antiguos hebreos, el gesto podía interpretarse también como demostración de sorpresa o de escándalo ante algo. Fue lo que hizo el Sumo Sacerdote Caifás al oír las palabras de Jesucristo”.

Pues bien, viene todo lo expuesto a cuento y colación de la última bomba atómica en materia de corrupción, cual ha sido la declaración  “motu propio”, (aunque “a la fuerza ahorcan”, al ver el cariz que empezaba a tomar la investigación judicial y de la UDEF, que ya le pisaban los talones), llevada a cabo por el Molt Honorable ex President de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol i Soley, cargo que ocupó 23 años (desde 1.980 a 2.003), conocido familiarmente como “el Patriarca Pujol”, icono del catalismo soberanista más puro y tradicional de los Països Catalans, el 25 de Julio del corriente año (paradójicamente día del Patrón de España, Santiago Apóstol y cierra España, para más inri), admitiendo que su familia posee cuentas en paraísos fiscales, sin determinar cantidad (al menos, 600 millones de euros, según los investigadores, tal como pone de manifiesto el Diario “El Mundo”), procedentes de la herencia de su padre, Florenci Pujol i Brugat, tras fallecer en 1.980, a favor de sus siete hijos y de su esposa Marta Ferrusola, nuera de aquél: “mi padre dispuso que unos fondos que tenía en el extranjero, y que no estaban regularizados en el momento de su fallecimiento en 1.980, fueran destinados a mis siete hijos y a mi esposa, pues él consideraba errónea y de incierto futuro mi opción de dedicarme a la política en lugar de seguir en el mundo de la actividad económica”, dando a entender                 que su citado padre le consideraba un “vaina” por dedicarse a la actividad política (y no le faltaba razón al progenitor, que ya intuía, con acierto y con visión de futuro, el ejercicio de la política, en este patio de porteras llamado España, como algo indigno y denigrante). Sin saber por qué, sigue relatando que “su conciencia le empujaba a rechazar esta herencia”. Y, en su increíble relato, prosigue diciendo que “lamentablemente, no se encontró nunca el momento adecuado para regularizar esta herencia, como sí ha podido hacer el resto de personas que se encontraba en una situación similar en tres ocasiones excepcionales a lo largo de treinta años de vigencia del actual sistema tributario” (refiriéndose a las escandalosas “amnistías fiscales” que han tenido lugar en los años de democracia, la última en Noviembre de 2.012). Y finaliza su declaración con un “mea culpa” y exhalando unas lágrimas de cocodrilo como adobo a la misma: “expongo todo esto con mucho  dolor por lo que significa para mi familia y para mí mismo, pero sobre todo por lo que puede significar para tanta gente de buena voluntad que pueda sentirse defraudada en su confianza, a lo cual pido perdón”.

Independientemente de la veracidad o no de la declaración antedicha, del montante de lo defraudado o no a Hacienda, que no es lo más grave, aun siéndolo, sino lo que pueda alcanzar a lo destraído o sustraído del presupuesto de cada obra o servicio concedido por la Generalitat a empresas privadas, según aquél órdago que el 4 de Marzo de 2.005 lanzó, en el Parlament  Catalán, el entonces líder de los socialistas catalanes, Pasqual Maragall, de que “el problema de CiU es el 3%”, refiriéndose a la mordida o peaje dichos y que el Diario “El Mundo” elevó al 4% (2’5% destinado a financiar a Convergencia Democrática de Catalunya –CDC- y el otro 1’5% recalaba en los bolsillos de sus dirigentes, básicamente la familia Pujol), este hecho pone de manifiesto el grado superlativo de la corrupción que campa en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, que se extiende de Norte a Sur, de Este a Oeste, de Arriba Abajo, y de Dentro a Afuera, que la sitúa en el punto máximo de alerta roja y en un estado de imposible regeneración, tal como pretende y propala el Partido Popular y el Gobierno de España, regeneración imposible dado el estado de degradación ético y moral de la casta política de todo signo, no siendo posible sino un giro de ciento ochenta grados, promulgando una Ley de Punto y Aparte (por no decir Final, por las connotaciones que tiene), en virtud de la cual debería prohibirse el ejercicio de cargo público a todos cuantos desde la Transición hasta nuestros días han venido ejerciendo algún cargo de este tipo, mas con la obligación ineludible de ir desfilando ante un Tribunal “ad hoc”, a fin de rendir cuentas de su gestión y del patrimonio propio, familiar y colateral. No es posible que regeneren quienes están hasta las cejas rodeados de corrupción, quienes han sido causa directa o indirecta de la degeneración que corroe la médula de España, dejando en mantillas a los bandoleros de Sierra Morena (José María “El Tempranillo”, “El Pernales”, “El Niño del Arahal”, entre otros), a Bonnie and Clyde o a Al Capone.

No sé si estaremos ya, a nivel de corrupción, a la altura de las ciudades de Sodoma y Gomorra, donde, Abraham, no pudo conseguir el perdón de Dios presentando, al menos, diez justos, para evitar la destrucción y aniquilación por el fuego de ambas ciudades,  y yo creo, que, en España, no sería posible presentar ante Dios un solo político justo. Esperemos que el peso de la Ley divina y su consiguiente castigo recaiga sobre los políticos indecentes, corruptos, inmorales, obscenos e impúdicos, que como vemos, prácticamente, son (casi) todos.

Por eso da risa, por no llorar, que es lo que debiéramos hacer, ver la reacción de los jerifaltes de los distintos partidos políticos (los de la casta), asombrándose y escandalizándose ante el caso Pujol, como si alguno de ellos estuviere libre de pecado y pudiera tirar la primera piedra, ni estuviese salpicado, directa o indirectamente, por activa o por pasiva, para uso propio o ajeno, por algún caso de corrupción, viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga (más bien el vigón) en el propio, pidiendo, exaltada y exabruptamente, comisiones de investigación y mano dura, cuando, sin ánimo exhaustivo y como meras perlas vigentes en la actualidad, nos encontramos casos tan escandalosos como los de los ERE en Andalucía, el fraude, andaluz también, de los cursos de formación (que la Juez Alaya cifra en 950 millones de euros), el caso Gurtel, que sólo en la Comunidad Valenciana suma la cantidad de 21 altos cargos (incluidos tres Consejeros de la época Camps) imputados, el caso Urdangarin, o el caso Luis Bárcenas (el del finiquito en diferido y el contrato simulado), en el que la última guinda la ha puesto el ex tesorero del PP castellano-manchego, Lamberto García Pineda, quien interrogado por el Juez Ruz sobre la más que presunta comisión de 200.000 euros que SUFI entregó, a través de Bárcenas, al gerente del PP en dicha Comunidad, José Ángel Cañas, para pagar gastos electorales de María Dolores de Cospedal en las elecciones de 2.007, a cambio de la contrata de basuras de Toledo, casi niega a la Secretaria General, como San Pedro negó tres veces a Jesucristo, antes de que cantara el gallo, y que manifiesta que él “era una figura decorativa”, que no cobraba nada ni hacía, prácticamente, nada (al parecer sólo leer el Marca) y que en alguna ocasión el gerente del PP castellano-manchego le llamó para firmar unos talones por valor de “un euro o dos para cafés y cosas así” (parece que para papel higiénico), o sea choteo, que es para que, por tratar de tomarle el pelo a su señoría, ésta le impusiese una condena de veinte años de cárcel, sin posibilidad de remisión ni redención alguna. ¡Menudo ojo para echar lluecas tienen los dirigentes del Partido Popular, sobre todo en lo que respecta a los cargos tan delicados de los tesoreros, en los que atesora, y nunca mejor dicho, una enorme riqueza de ineptitud, incapacidad, incompetencia, ignorancia, impericia, inhabilidad, inutilidad, torpeza, y se quedan tan frescos!; mas pareciera que la sede de Génova se haya convertido en “la casa de tócame Roque”.

MIGUEL ANGEL VICENTE MARTINEZ

30 DE JULIO 2014

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