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Luis César Sampedro, técnico del Albacete, da síntomas por primera vez de no aceptar la realidad

Marino Martínez
Marino Martínez
domingo 02 de noviembre de 2014, 12:07h

El Albacete se toma un respiro antes de la ‘final’ del sábado frente al Leganés

El Albacete Balompié perdió en Las Palmas, lo hizo por 2-1 y pudo perder por cuatro o cinco goles de diferencia, porque Dorronsoso y en alguna oportunidad Noguerol evitaron una goleada que podría haber sido especialmente dolorosa en estos momentos. No pasa nada por decir lo evidente. Es cierto que al final Las Palmas casi acabó pidiendo la hora porque ganaba por 2-1 y en cualquier jugada el Alba podía empatar, cosa que no sucedió porque el Albacete tampoco se puede decir que se acercara demasiado. Hubo incertidumbre por el resultado pero no por el juego, por el 2-1 con el que se llegó al final después de haber fallado los canarios lo que no está en los escritos.

El Alba fue mucho peor que Las Palmas y no se deben utilizar pequeños detalles para no dar luz a esa realidad. Mereció ganar Las Palmas y el Albacete esta vez tampoco estuvo bien. No tuvo el balón en la primera mitad, le llegó Las Palmas cuando quiso. En la segunda mitad los cambios igual dieron mayor presencia al Alba, sin olvidar que los canarios ya ganaban por 2-0 y no tenían muchas prisas. De ahí a decir que el Alba estuvo cerca de puntuar en Las Palmas hay un abismo, un abismo que parece no ver esta vez Luis César Sampedro.

Si por algo destaca este técnico es por decir lo que ve y no esconder nada, por opinar con cierta objetividad de las cosas y tras el partido de Las Palmas ofreció una rueda de prensa en la que quizá no siguió su línea. Por primera vez en mucho tiempo barrió en exceso para casa menospreciando la realidad que pudieron ver los aficionados del Alba.

Señalaba el técnico tras el partido que el equipo demostró estar “vivo” porque comenzó pronto encajando un gol “con un rebote”, resaltó el míster, quien añadió que fue un mazazo, para apuntar que después “fuimos a por ellos, estuvimos cerca, poniendo incertidumbre en el estadio, pero no pudo ser”. Decía que “hay que pasar página, apretar los dientes y seguir adelante” porque, y es lo más importante, ve al equipo “con fuerzas”.

Es cierto que el equipo no está hundido y eso da cierta tranquilidad tras siete derrotas seguidas. También lo es que el técnico cuenta con el apoyo de su plantilla, del consejo de administración, de la afición, de la prensa y de todo el entorno, de todos o de gran parte de todos estos sectores. Y tiene su lógica porque este técnico ascendió al equipo y merece un crédito, porque este Alba ha jugado bien casi todos sus partidos, al menos en algunas fases. Con su idea de fútbol ha hecho grande a éste Alba, por eso si un día se pierde y se hace mal, como ocurrió en Las Palmas, no pasa nada por reconocerlo. Se perdió y ya está. Es cierto que había ocho o nueve bajas, pero más allá de eso es importante reconocer la realidad, porque es la única forma de poder dar un golpe de timón y coger el camino de los puntos y las victorias.

Este equipo tiene un problema defensivo muy grave, que no es sólo problema de los cuatro de atrás. Menos mal que en Las Palmas tuvo a un portero de sobresaliente porque Dorronsoro evitó goles cantados. Y quizá eso y poco más fue lo positivo de este partido de Las Palmas.

Ahora hay unos días de descanso y después vuelta al trabajo para ver lo que sucede ante el Leganés. El Alba tiene una final porque es un rival directo y porque volver a perder en casa sería ya más peligroso y menos entendible desde la grada. 

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