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El retroceso

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 07 de septiembre de 2022, 07:49h

Cierto es que desde las más variadas y altas instancias, de una manera insistente y machacante, se nos viene publicitando que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que la vida en nuestros días es una especie de cielo en la tierra comparada con la de nuestros antepasados no tan lejanos. Sí, es cierto que cada día salen a la luz nuevos avances en el ámbito científico, técnico y tecnológico, sin que analicemos en ningún momento el desgaste que esos avances van ocasionando en el intelecto, en la psicología y, en definitiva, en la libertad individual y social del ser humano, que se deja llevar, se deja arrastrar, con frenesí, con el último grito en esta o en esa ambivalencia característica del ser supremo de la creación, o sea, del hombre, que se encuentra atrapado en una vorágine de publicidad y de mensajes que corroen, en manera ciertamente importante, su cuerpo y su alma, creando en el mismo un hálito de necesidades, en modo alguno esenciales y necesarias para la vida ordinaria, modificando su alma y su espíritu hacia límites insospechados y peligrosos, creando, a su vez, en el mismo, una ansiedad desencadenante, al final, de turbaciones, perturbaciones, perplejidades y trastornos neurológicos y morales, al no poder hacer frente al ritmo que imponen las nuevas tecnologías, por esa afán de estar a la última, de desafiar la línea de flotación de su propio ser y caer, por tanto y por esas consecuencias, en la frustración, el desengaño y la desilusión, conducentes al fracaso más clamoroso y desorbitante.

No en vano, en relación con este modo de vida que impone el ritmo acelerado que se quiere imprimir a la sociedad, sea cierto que caminamos como los cangrejos, es decir, marchamos hacia atrás, creyendo a pesar de ello, que vivimos en el mejor de los mundos, sin darnos cuenta que desde la más altas instancias de los poderes públicos y privados, se entreteje una telaraña que nos atrapa y que nos convierte, en realidad, en esclavos al servicio de aquéllos que, como verdaderos sátrapas, copando la totalidad de los medios de comunicación, no cesan en su afán de transmitirnos sensaciones que recogemos como fieles vasallos y que no conducen sino a esclavizar nuestro modo de vida y, en definitiva, de supervivencia, pues desde tales atalayas se lanzan, como metralletas vomitando consignas como balas, que el ser humano, descuidado y absorto pendiente de cumplir a rajatabla con aquéllas, para mayor gloria y satisfacción de su señor, acaban convirtiendo al ser humano en una piltrafa, en un despojo de sí mismo, que transita, cual menor que acaba de empezar a dar sus primeros pasos, dando tumbos y vaivenes, sin saber, verdaderamente, qué camino tomar, qué decisiones adoptar, sin saber, sin rumbo ni concierto, hacia donde le conducen esos balbucientes pasos, que lo más probable, sea hacia su propia perdición y desaparición y destrucción.

Esos poderes, poderosos por sí mismos, valga la redundancia, saben mover muy acertadamente sus hilos para que el ciudadano de a pie, se convierta en el único animal de la naturaleza que tropieza dos veces en la misma piedra, y no sólo dos, sino hasta la infinidad y cuántas veces haga falta para alinearse y configurarse como un zombi que asume, a pies juntillas, toda esa masa de unidireccionales mensajes, avisos y recados, sin siquiera, mínimamente, plantearse alguna duda sobre sus posibles efectos beneficiosos o, por el contrario, perjudiciales, que su cumplimiento pudiera ocasionar en el sujeto receptor.

Así, se insta, mediante mensajes subliminales, a movernos al ritmo que nos imponen esos poderes fácticos que, cómodamente alineados en sus intereses particulares, mueven, a su antojo, los hilos de las marionetas en que el ser humano queda convertido, al que se le extirpa hasta el último aliento inherente, como derecho fundamental, al ser humano, que se convierte en un pelele, movido al antojo de aquéllos, aunque convencido éste, de estar transitando por el camino que conduce hacia la felicidad total y eterna, aunque las pase canutas para llegar a fin de mes, pues verdaderamente cierto es que queda inmerso en esa masa cretinizada (o idiotizada) a la que regularmente se refiere Juan-Manuel de Prada, pues así como por un resorte, por una voz o pistoletazo como el que suena dando la salida a la carrera, pongo por caso, de los 1.500 metros-valla femenino, se considera obligado a realizar tal o cual cosa, creyendo que desoyendo esas proclamas, en muchos casos mefistofélicas, quedará señalado como un ser indigno, vil y despreciable, objeto de aislamiento por parte de la sociedad en que se entronca. Así, esos poderes, a través de la aprehensión de los medios de comunicación, lanzan sus consignas, incitando a los ciudadanos a lanzarse, por ejemplo, a la carretera y a los aeropuertos, como una plaga de langosta o de marabunta, que acaba arrasando todo sobre el terreno que pisa, sufriendo un verdadero infierno en la carretera o en los propios aeropuertos, con colas inacabables de vehículos en aquélla, o de personas en los mostradores de éstos, pasando verdaderos momentos de tortura y suplicio, aunque bien cierto que, tal como expresa nuestro Diccionario de Refranes, “palos a gusto, no duelen”, y si no, la moda reciente implantada para hacer como se escala, a las cimas del K2 y del Everest, convirtiéndose cualquier mindundi en un Edmund Hillary.

Y mientras todo esto acaece, se vislumbra en el horizonte el indulto para el ex -Presidente de la Junta Andaluza, José-Antonio Griñán, condenado a seis años de prisión, pese a ser un señor “honrado y honorable”, Zapatero dixit, y repetido hasta la saciedad, como papagayos, por todos los resortes mediáticos de lo que fuera el PSOE; el Señor de los Anillos, o sea, el Pseudo-Doctor-Sánchez, sigue practicando su deporte favorito, cual es el uso del Falcon, recorriendo medio mundo, y ello, mientras España estaba ardiendo por los cuatro puntos cardinales, en el peor año de su historia en lo que a incendios se refiere (casi trescientas mil hectáreas calcinadas); la Ministra de Hacienda, María-Jesús Montero, sigue hablando en “mopongo”; el inefable Ministro de Consumo, “Alberto Garzón”, sigue gastando dinero público (ahora, 50.000 euros) en su afán de convencer a los niños y niñas y niñes, a no elegir “juguetes no sexistas”, mientras en el Ayuntamiento de Vilassar del Mar, la Concejalía de Juventud, lanza una yincana para que esos niños, niñas y niñes, jueguen con los aparatos sexuales, incitándoles al consumo del sopicaldo penevulvar, buscando su adicción al mismo; y la Ministra de Trabajo y Vicepresidenta Segunda del Retroprogresista Criminal Gobierno de España, o sea, la “Cyrano de Bergerac, Española”, Yolanda Díaz, emprende su peregrinación por el territorio español, no sabemos si a lomos de un asno, o de un Falcon, para predicar el Evangelio según Marx, Stalin y Lenin, a la ciudadanía Española…

En definitiva, como pone de relieve Alfred García, sacando la conclusión de la lectura del Libro de Yuval Noah Harari, “Sapiens. De animales a dioses”, hace 30.000 años la calidad de vida era mayor. Y yo, viendo lo que venimos viendo en la actualidad, me lo creo.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

07 de Septiembre de 2.022

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