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Todos contra el Brexit (III)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 27 de julio de 2016, 05:29h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Decíamos en el artículo anterior, poniendo de manifiesto y de relieve, cómo el principal “culpable”, si es que hay que buscar culpables, del éxito del Brexit, habría que buscarlo dentro del número 10 de Downing Street, residencia del primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, quien, para atraerse el voto de la inmensa mayoría de los ciudadanos británicos, en las últimas elecciones que le auparon al poder, el pasado 7 de mayo de 2.015, incluyó en su programa electoral la consulta a la ciudadanía inglesa, a través de un referéndum, acerca de si el país regentado por la Reina Isabel II de Inglaterra, deseaba continuar dentro de la llamada Unión Europea, sujeto a los dicterios de la Comisión Europea, a cuyos miembros no les ha elegido nadie, y dominada y domeñada por la Cancillera Alemana Angela Merkel, o si, por el contrario, los ciudadanos manifestaban su voluntad de abandonar “esa” UE, y, por ende, recuperar su libertad, su identidad y su independencia, valores que, en aras de esa entelequia perseguida por los llamados “28”, en su afán de conformar unos teóricos “Estados Unidos de Europa” que confrontar al amigo americano, o sea, a los United States of America, habían sido entregadas en almoneda a Bruselas, quedando, en definitiva, en estado de esclavitud, zafándose, de esta manera, de la misma, recuperando, en última instancia, su plena soberanía, que ya sabemos que la soberanía de los ciudadanos británicos, del Estado Británico, es mucha, mucha soberanía, que diría o mascullaría nuestro actual Presidente, en funciones, del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey, quien, por cierto, se ha convertido en el primer alumno y, además, aventajado, de esa ficción de Gobierno Europeo que constituye la Comisión Europea, ante la que inclina la cerviz cual fiel vasallo, en un remedo, más o menos, de vender su alma al diablo.

Bien es cierto, como también ya he comentado, que los United Kindong jamás llegaron a transferir su total idiosincrasia y soberanía a Bruselas, pues listos anduvieron cuando se pergeñó la idea de la moneda única, conservando, contra viento y marea, la propia, o sea, su querida libra esterlina, haciendo un corte de mangas a esa moneda única, que, en realidad, dejaba de ser única, no sólo porque Inglaterra conservaba su libra esterlina, sino porque también, otros dos países fundadores, Suecia y Dinamarca, conservaron y siguen conservando la suya, es decir, la corona. Y prueba de que en este enredo de unificar a todo el mundo bajo el mismo patrón y tratar por igual a tirios y troyanos, era un engendro pergeñado por Alemania, con su nueva Káiser, la Cancillera Angela Merkel a la cabeza, es que, en ese cambio de moneda, consiguió que la equivalencia del marco alemán fuera pura y dura, o sea, a pelo, y coincidiera con el euro, también puro y duro, y cómo no a pelo. Y no debemos dejar de lado, que en ese maremágnun cambiario y monetario, la equivalencia de la peseta al euro hay que situarla como uno de los principales focos desencadenantes, junto con otros, pero no menos relevante, de la terrorífica crisis económica que ha venido azotando y sigue azotando, pese a los augurios de los arúspices, a este país, aún hoy, a duras penas, llamado, España, pues no en vano las cien pesetas se convirtieron, de la noche a la mañana, en un euro, que bien sabemos que alcanza, al cambio, las 166’386 pesetas, de manera que, por arte de birlibirloque, se encareció la vida en nuestro país, en general, en un 66’386%, subida que no se equiparó con la subida de los salarios y las pensiones, de manera que pudimos aguantar dos o tres años, porque en el bolsillo teníamos, entonces, un remanente que gastar, pero en cuanto este remanente hizo aguas, nos vimos con el agua (valga la redundancia) al cuello o más secos que la mojama, y así un año tras otro, con los salarios cada vez más bajos o sin salario por pasar a engrosar las listas del paro, o consiguiendo unos trabajos o empleos basura, por meses, semanas, días o incluso horas, con una remuneración de miseria, lo que  ha repercutido en la ruina de la Seguridad Social, que el año pasado alcanzó un agujero o déficit de más de 16.000 millones de euros y con la hucha de las pensiones hecha unos zorros, pues de los más de 64.000 millones de euros que el cerdito ahorrador guardaba en su barriga y que el Gobierno del Sr. Rajoy recibió en herencia (tanto que las huestes populares se han afanado en propalar y promulgar la maldita herencia), nos hallamos, hoy, con poco más de 24.000  millones de euros y con unas perspectivas de quedar bajo cero, a este ritmo, allá por el año 2.017, o sea, mañana mismo, debido a los terribles hachazos y mordiscos que a la misma le ha venido zumbando el Gobierno de España, o sea, el Gobierno de Don Mariano Rajoy Brey y de su Partido Popular, mientras la corrupción ha seguido galopando, descaradamente y sinvergonzonamente, por los páramos, ya secos, de esta España de nuestros sobresaltos y sinsabores. Que para pensiones no habrá, pero lo que es para satisfacer los estipendios, caprichos y antojos de sus señorías y demás arrebatacapas que posan sus manos y sus pies en los órganos de la “cosa pública”, acaban dejando su sello y a las arcas públicas de caudales titiritando y más vacías que el estómago hambriento de Carpanta.

Pues bien, tal como dice el refrán de que “a cada cerdo le llega su San Martín”, a la Cancillera Alemana, Angela Merkel y a la propia Comisión Europea, como apéndice de la misma, le ha llegado el suyo, pues en el número 10 de Downing Street, se ha instalado una primera Ministra de armas tomar, una tal Theresa May, que ha tomado las riendas, sin que le tiemble el pulso un ápice, para llevar a buen fin el Brexit y dejar a Inglaterra en el sitio que le corresponde, y, por lo visto hasta ahora, que ha sido poco, los tiene mejor puestos que el propio David Cameron, que ha salido huyendo como una lagartija, sin querer hacer frente a lo que él mismo impulsó y que, en el último tramo, no hizo otra cosa que cambiar de criterio, de paso y de pensamiento, dejando en la estacada lo prometido y no queriendo enfrentarse al miura que le tocaba en suerte.

Por cierto, sintomático, para el propio devenir de la UE y como síntoma de aviso a navegantes, es que la Primera Ministra Británica, Theresa May, la primera visita que ha girado al Viejo Continente, no ha sido a esa incalificable Comisión Europea, en Bruselas, sino que se ha dirigido, con paso y determinación firmes, al centro de flotación de ese monstruo o hidra de 28 cabezas que constituye la UE, y ni corta ni perezosa, sin miedo y citando de frente, poco menos que a portagayola, ha iniciado su faena en terrenos del 10, y ha mostrado la muleta hacia el hocico del verdadero miura de la Unión, o sea, hacia Angela Merkel, ante la que no ha tenido pelos en la lengua, pues le ha espetado, fría, cruda y firmemente, lo que ya puede ser el eslogan del verano: “Brexit es Brexit”, defendiendo ante la misma la indeclinable voluntad de salida de Inglaterra de la UE, lo que, desde luego, está dispuesta a llevar adelante y de la mejor forma para su país, pese a todos los vaticinios que los vocingleros de turno hacen recaer sobre los males que aguardan a los ingleses por este desplante, como si fuera de la Unión no hubiera vida, ni sol, ni luz. A este respecto los ministros del G20, en su reciente reunión, aparte de instar a una solución rápida, también la tildan y desean de “amistosa”.

En esta primera salida a Europa, además de visitar a Angela Merkel, la premier británica ha rendido visita a Francia, para entrevistarse con el Presidente de la República, François Hollande, quien ha urgido a aquélla a mover ficha lo más rápido posible, mas no creo que le haya hecho caso aquélla a éste, y más parece que esta visita sea debida a la curiosidad de la Sra. May de observar in situ las habilidades del peluquero de Hollande, a fin de calibrar si los casi diez mil euros mensuales del ala que cobra por atender al Presidente de los galos por hacerle la “permanente” diaria, están justificados o no. Y sin dejar de lado que, hablando del filamento capilar, nuestro Presidente, en funciones, Don Mariano Rajoy Brey, debe tener también un peluquero “ad hoc”, que le aplique diariamente una capa de tinte al pelo de la cabeza, no así al de la barba que luce tan blanca como la de Papá Noél, mientras aquél lo luce tan negro como el puro azabache. Parece ser que, en las cosas del Estado, hoy en día, la función del peluquero es primordial y decisiva. Bien, ¡pues vayamos todos a la peluquería!.

 MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

  27 de julio de 2016

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