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Efecto contagio

Por Miguel Ángel Vicente
martes 19 de agosto de 2014, 23:51h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Yo no sé si es que nuestros políticos nos toman por tontos o por cortos de mollera a los ciudadanos, pero cuando uno se encuentra con ciertas noticias no puede dejar de pensar de esa manera. Claro, que una cosa es lo que piensan y lo que creen nuestros políticos y otra muy diferente, distinta y distante es la realidad y lo que pensamos los ciudadanos, y, normalmente, nuestras propias apreciaciones quedan a años luz de las que aquéllos consideran, sobrepasándolas “ab infinito”.

Viene esta introducción a colación con las imágenes, que ya se nos ofrecieron en años pasados, de un Rajoy. Mariano, Presidente del Gobierno de España, corriendo, bueno, mejor dicho, medio corriendo o como que quiere correr, o, al menos, como confiesa la prensa, practicando senderismo, por los páramos de Pontevedra (A casa de Alicia, en la Parroquia de Besomaño, situada en el Ayuntamiento de Ribadumia), donde gusta de refugiarse en las vacaciones veraniegas, tras pasar unos días, como mandan los cánones (a ver cuando me toca a mí ese chollo), en el Parque Nacional de Doñana . Según el diario El País, el Presidente caminó, en compañía del esposo de Ana Pastor, José Benito Suárez, el 9 de Agosto,  un tramo de senderismo entre Pontearnelas y el Monasterio de Armenteira, ¡de 13 kilómetros!, una ruta que discurre paralela al río Umia, sin mencionar nada acerca de si parte de esos kilómetros los recorrió en el coche oficial o si lo llevaron a coscoletas. Yo, como Santo Tomás, si no lo veo no lo creo, y he de meter la mano en la herida que la lanzada de un soldado romano abrió en el costado de Jesucristo para creer en su resurrección. Desde luego, la imagen de nuestro Presidente y su vestimenta son para desmotivar a quien quiera iniciarse en el noble arte de la carrera pedestre.  No puede proclamarse del mismo que sea el arbitro de la elegancia deportiva, ni, mucho menos, el adonis requerido para un anuncio de colonia. Hablando, en román paladino: ¡menudo polvo!, que diría el castizo. Para mí, que el Sr. Rajoy, Mariano, es de los que en sus años mozos de bachiller, en la asignatura de gimnasia, sería el más “negao”. No me lo imagino saltando el potro ni el plinto. Nuestro Presidente no parece en su vida haber movido ni un esparto, lo que le delata  su color blanco como la leche (en contraposición clamorosa con el negro azabache de su pelo tintado), cuando los runners, lucen un moreno que te cagas. Y todo ello, pese a la glosa de un turiferario y adulador Juan Pablo Colmenarejo, que en el Diario ABC del domingo 10 de Agosto balancea el botafumeiro, refiriéndose al Presidente: “en lo que llevamos de legislatura han pasado suficientes cosas como para desencuadernarle los nervios a cualquiera y dejarse unas cuantas canas en cada envite. Pero no es el caso ......”. Y es que el mensaje o montaje no cuela, pese a que nuestro Presidente se fotografíe con el triatleta Francisco Javier Gómez Noya y el responsable de deportes de la Xunta José Ramón Lete, sobre la leyenda “Rajoy, por los hábitos saludables”, como describe el Diario El Mundo el domingo 17 de Agosto.

Yo no sé si Rajoy ha acaparado para sí, como hiciera nuestro ex-Presidente del Gobierno, José-Luis Rodríguez Zapatero, el cargo de Ministro de Deportes para el que éste se autonombró, ante la avalancha de éxitos de nuestros equipos punteros y selecciones nacionales, principalmente en el ámbito futbolero, a fin de garantizarse un baño de masas cada equis tiempo, posando con los componentes de los equipos y exhibiendo los trofeos obtenidos, tras la consecución de los correspondientes éxitos. Pero, aun no habiendo recabado para sí dicho Ministerio, sí sigue la estela de su predecesor en cuanto al gusto por retratarse con los atletas  cuya cabeza corona el laurel del triunfo.

Por otra parte, también nuestro Ex-Presidente Rodríguez Zapatero, osó lanzarse a correr o a hacer como que corría, para dar imagen de atleta y persona sana amante del deporte. Y todo ello debido a la llamada o efecto contagio, cuando observaron que el entonces Presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy hacía unos pinitos, por los Campos Elíseos, en sus ratos libres, practicando el footing. Y es que, ante la vista del atlético, fornido y vigoroso ex-Presidente Francés, nuestros Presidentes quedaron estupefactos y con la boca abierta del llamado efecto contagio, esa enfermedad que hace estragos entre los débiles de espíritu y los mediocres, y es que la diferencia de cuerpo, aspecto físico, imagen, fisonomía y demás entre el ex-Presidente Francés, que parece haber practicado el deporte desde su nacimiento, y el de nuestros Presidentes,  fondones,   flácidos,  fofos y blancuzcos y aspecto revelador de que, en su vida han movido un músculo, ni siquiera el de una ceja y eso que Zapatero las tenía bien pobladas y bien a la vista, es como de la noche al día. Pero, claro, como sólo se mira nuestro Presidente en el espejo de Alicia en el País de las Maravillas, se ve “hermoso” en su aura de hombre todopoderoso, si no, ya se guardaría bien de llamar al fotógrafo para que le saque de esa guisa tan zarrapastrosa, que, no lo ocultemos, será la mejor, después de un sin fin de retoques. ¡Cómo debe de echar de menos los pectorales del ex-Presidente José María Aznar!.

La verdad y siendo sinceros, es que la imagen de Rajoy, haciendo como que siempre ha hecho lo que intenta hacernos creer es más bien patética y bien debiera tener la decencia, el pudor y el decoro de no hacernos tragar ni desayunarnos con una imagen tan grotesca e irrisoria.      

Por cierto, que cuando nuestros equipos y atletas triunfan, acuden nuestros Presidentes a la recepción a los mismos como un oso a un panal de rica miel. Pero cuando fracasan, no quieren verlos ni en pintura. Así ha ocurrido con nuestra Selección Nacional de Fútbol, a cuyos componentes despidió con honores de héroes camino de Brasil y en loor de multitudes, y ante el fracaso vergonzoso de nuestro combinado se ha llamado andana y les ha negado ante el primer canto del gallo, sin esperar a los tres cantos a que esperó San Pedro para negar a Jesucristo. ¿No eran los mismos jugadores los que volvieron que los que se fueron?. Pero, claro, esa foto, ante la derrota y junto a los derrotados, no da votos. ¡Por el interés te quiero, amigo!. Y todo ello, sin tomar en consideración la mala educación de nuestros jugadores que se dieron el piro por la puerta de servicios en el aeropuerto de Barajas (perdón, en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid- Barajas), haciéndoles un corte de mangas a los escasos y fieles seguidores  que se dieron cita en el mismo para darles la inmerecida bienvenida a su regreso, aunque lo fuera con el mayor de los fracasos que, ni en sueños, fueron capaces de vaticinar  quienes, según dicen, deben ser ejemplo para la juventud. ¡Menudo ejemplo!

MIGUEL ANGEL VICENTE MARTINEZ

20 DE AGOSTO 2014

 

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