El conjunto manchego sufrió una derrota (1-3) ante el Córdoba, evidenciando problemas defensivos y falta de respuesta competitiva. La afición mostró descontento, y el entrenador Alberto González reconoció los errores del equipo
La derrota ante el Córdoba (1-3) no fue solo un golpe en el marcador. Fue un paso atrás en sensaciones. Después de seis jornadas sin perder, el Albacete Balompié volvió a mostrar la versión que la afición más teme: un equipo frágil atrás, desconectado y sin respuesta competitiva cuando el partido se pone cuesta arriba. Los goles visitantes, dos de ellos en apenas un cuarto de hora, evidenciaron los problemas defensivos que el equipo arrastra desde comienzos de temporada. Y esta vez, la grada no lo dejó pasar.
Los errores individuales de Javi Moreno y Jon García, señalados directamente en los dos primeros tantos, fueron recibidos con silbidos desde la grada, y el tramo final estuvo marcado por un ambiente de creciente descontento que terminó estallando con cánticos de “Alberto, vete ya”. El gol de Morcillo en el 95 sirvió únicamente para maquillar el resultado, pero no cambió la lectura general del encuentro.
En sala de prensa, Alberto González intentó rebajar la tensión con un análisis frío y alejado del impulso emocional del momento:
“El partido de Jon y Javi Moreno no ha sido bueno y es evidente que los errores nos han penalizado con goles, pero a nadie le gusta cometer errores. Tengo que hacer un análisis objetivo y corregir”.
El técnico admitió sin rodeos que su equipo mereció perder y que el Córdoba fue “justo ganador”. Señaló, además, que el Alba generó ocasiones pero volvió a carecer de acierto en el último tramo, lo que nunca le permitió meterse realmente en el partido. “Cuando vas por detrás del marcador, el nivel de confianza baja”, reconoció.
También habló de falta de intensidad en acciones clave, algo que el míster asocia con momentos de desequilibrio emocional más que con un problema estructural:
“Somos el equipo que menos faltas hace en toda la Liga, y cuando nos las llevamos es porque entramos en una situación de desequilibrio. Ha habido cosas buenas y malas”.
Sobre los cambios y la gestión del grupo, González defendió su planteamiento y recordó que el campeonato es largo:
“No es el último partido de Liga y tengo que cuidar a mis jugadores. Algunos necesitan confianza para dar el salto definitivo. Lazo, por ejemplo, tuvo cinco situaciones de gol. Si no le doy margen, su avance se frena”.
El entrenador también confirmó que Vallejo volverá a estar disponible en breve y formará parte de la expedición a Canarias para el partido de Copa, mientras que Pepe Sánchez necesitará aún una semana más para reincorporarse.
La sensación final es de frustración y preocupación. No solo por la derrota, sino porque la reacción del público marcó un antes y un después en el clima alrededor del equipo. El grupo venía creciendo, sumando y ganando solidez, pero en una categoría tan cortoplacista como la Segunda, un tropiezo en casa pesa más que cualquier racha previa.
El reto ahora no es solo futbolístico, sino emocional: recuperar crédito sobre el césped y reconectar con una afición que ayer, por primera vez en lo que va de temporada, dejó claro que su paciencia también tiene límites.
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