El Albacete Balompié se plantaba en Ipurúa para medirse al Éibar en la decimoquinta jornada del campeonato nacional de Liga en Segunda División.
Sin duda, la misión no era nada sencilla. Los locales llegaban a la cita inmersos en la parte alta de la clasificación, peleando por el ascenso y demostrando ser uno de los equipos más en forma de la categoría. En cambio, los manchegos lo hacían inmersos en una profunda crisis de resultados. Por tanto, las apuestas no auguraban nada positivo para el cuadro dirigido por un Rubén Albés que apostaba por el siguiente once inicial: Barragán; Carlos Isaac, Djetei, Glauder, J. Silva; Fuster, Olaetxea, Riki Rodríguez, Agus Medina; Higinio y Dani Escriche.
Fue un partido tenso, donde el Éibar se adelantaba en el minuto 11 por medio de Soriano y, antes de la media hora de juego, Bernabé Barragán tenía que intervenir en hasta 2 ocasiones. Posteriormente, el meta andaluz volvía a ser decisivo al detener una pena máxima que hubiera supuesto el 0-2 antes del descanso.
Ya en la segunda mitad, el Alba volvía a ser ese equipo ‘canalleta’ que tanto gusta a su afición. Quiles fallaba un mano a mano y, acto seguido, Agus Medina ponía las tablas con un potente disparo (67’). A partir del empate, el cuadro albacetista fue el único que hizo méritos para llevarse los tres puntos, pero tuvo que conformarse con uno ya que el marcador no se alteró (1-1).
Con este resultado, el Albacete Balompié se sitúa como decimosexto clasificado con 17 puntos, encadenando una racha de 6 encuentros consecutivos sin ganar y 3 empates firmados en sus últimos compromisos.
Todo esto deja a Rubén Albés y sus jugadores a 4 puntos de distancia de los puestos de descenso, lugar al que, a día de hoy, hay que mirar realmente. Y es que a nadie se le puede olvidar de dónde viene este club, y no hablamos de lo ocurrido el pasado curso, que fue algo excepcional. En condiciones normales, el Albacete Balompié tiene que tener como objetivo prioritario salvar la categoría. Lo que venga después, bienvenido sea.
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