Cada verano, cuando el calor aprieta en la provincia de Albacete y los campos empiezan a secarse, hay un grupo de profesionales que se pone en marcha con más fuerza que nunca. Son los que trabajan en los montes, en las zonas de riesgo, en los caminos perdidos entre pinares.
Gente que conoce el terreno mejor que nadie y que se forma año tras año para estar listos cuando la cosa se pone seria. ¿Quiénes son? Hablamos de peones forestales, técnicos de emergencias y personal especializado que no solo apaga fuegos, también los previene. Y su preparación empieza mucho antes de que salten las primeras alarmas.
El verano empieza antes para quienes cuidan nuestros montes
En estos trabajos no basta con tener ganas. El cuerpo tiene que estar fuerte, y la mente aún más. Los profesionales forestales se enfrentan a jornadas duras, bajo el sol, en terrenos complicados y con la presión de que un pequeño error puede tener consecuencias enormes. Por eso, antes de calzarse las botas y echarse la mochila al hombro, muchos dedican semanas a entrenar, revisar el equipo y poner a punto su capacidad de reacción.
Pero no hablamos solo de esfuerzo físico. La preparación también implica una formación técnica y práctica constante. Desde conocer los tipos de vegetación inflamable hasta saber cómo actuar en una evacuación rápida, todo cuenta. Y ahí es donde entran en juego los cursos especializados. Por ejemplo, el Curso de Peón Forestal es una base esencial para quienes quieren trabajar en el monte. En él se aprende desde el manejo de herramientas hasta la interpretación del terreno, algo fundamental para moverse con seguridad.
Formarse para actuar con cabeza cuando todo arde
Cuando hablamos de incendios forestales, no basta con buena voluntad. Hace falta técnica, rapidez y una coordinación impecable. Por eso, cada vez más profesionales se apuntan a formaciones especializadas que les preparan para actuar bajo presión. El Curso Incendios Forestales es uno de los más demandados en los últimos años, y no es para menos.
En esta formación se enseña cómo actuar en primera línea, cómo usar el equipo de protección, cómo manejar mangueras, cómo moverse en zonas con poca visibilidad y mucho más. Pero también se trabaja la parte estratégica: la lectura del viento, el comportamiento del fuego, las rutas de escape. Todo suma cuando cada segundo cuenta. Además, muchos de los que lo hacen no son novatos. Ya han trabajado en el monte y buscan actualizar sus conocimientos porque saben que cada campaña puede ser distinta a la anterior.
Abrir caminos, mantener accesos: la logística forestal también se entrena
Una parte importante del trabajo en prevención de incendios tiene que ver con el mantenimiento de los caminos, los cortafuegos y las pistas forestales. Estas rutas son vitales para que los vehículos puedan acceder rápidamente a los focos de fuego o para que las brigadas se desplacen sin contratiempos. ¿El problema? Que muchas veces están llenas de obstáculos, barro, ramas y piedras que hacen que no cualquiera pueda pasar por ahí.
Por eso, entre los profesionales forestales es muy común contar con el Carnet de Tractor. No se trata solo de saber llevar un vehículo grande. Hablamos de manejarlo en condiciones difíciles, con remolques cargados de agua o herramientas, y a veces incluso con poca visibilidad. Es una parte menos visible del trabajo, pero absolutamente esencial. Porque si el acceso al incendio se retrasa, todo lo demás pierde eficacia.
Una herramienta potente que necesita respeto y técnica
En el monte, la motosierra es más que una herramienta: es una aliada clave en la prevención. Se usa para cortar ramas secas, limpiar zonas de alto riesgo, crear líneas de defensa y abrir paso en áreas donde los vehículos no pueden entrar. Pero también es una de las herramientas más peligrosas si no se sabe manejar correctamente.
Por eso, todo profesional que vaya a usarla debe pasar por un Curso de Motosierra. En este tipo de formación se enseña desde la mecánica básica hasta la postura corporal, el mantenimiento y las medidas de seguridad. Y créeme, se nota mucho cuando alguien ha recibido una buena formación. No solo porque trabaja más rápido, también porque lo hace sin riesgos para él ni para los demás.
Cuando el equipo lo es todo: la fuerza del trabajo colectivo
Aunque se hable mucho de técnicas, herramientas y formación, hay algo que nunca se enseña en un curso, pero que es igual de importante: el compañerismo. En este tipo de trabajos, saber que puedes contar con quien está a tu lado lo cambia todo. Porque en medio del monte, con calor, polvo y humo, lo que de verdad hace que el grupo funcione es la confianza mutua.
Ese tipo de conexión no se improvisa. Se construye a base de compartir experiencias, entrenamientos y hasta silencios. Por eso, muchas veces los equipos se mantienen estables campaña tras campaña. Ya se conocen, se entienden con una mirada, saben cómo reacciona cada uno en situaciones de estrés. Y eso, al final, puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.